domingo, 22 de agosto de 2010

La naturaleza y el ser humanos a la hora señalada

A las 3:34 horas, desde la zona Central hasta la octava Región el mundo se sacudió. Se nos fue abajo las grandezas y nos pusimos a la verdadera altura de las circunstancias. Y pasó solo una cosa, nos pusimos amigables con el que nunca saludamos o bien con el vecino que por los pasillos de las obligadas nuevas convivencias nos teníamos que encontrar.


Vivir en un condominio y ser un chileno moderno, inserto en las obligaciones de la economía de libre mercado, pareciera ser exitoso. Pero no, se pierde y se gana. Se gana en algo que ni me interesa hablar, pero se pierde en lo que realmente me interesa. La convivencia, el saludo, la solidaridad y, la risa y la alegría. Uf, que necesario es todo esto.

Y el terremoto se presentó sin avisar, como si anduviera probando esto de la convivencia de los chilenos.

El matrimonio, Eduardo Muñoz y Cecilia Ugalde, vecinos del cuarto piso, después de terremoto y soportar en los estacionamientos los embates de la naturaleza, nos invita a su departamento. Sin duda, el lugar que nos ofrecía era mucho más acogedor y no se podía desechar.

A las cuatro de la madrugada las cervezas heladas empezaron a circular, los trutros escabechados de ave, trozos de costillares ahumados, carnes de vacuno y dulces entre risas empezaron a envolver nuestro espíritu agitado por los dioses de un Olimpo que nadie conocía hasta hoy.

Entre bebidas, saludes y mascadas en pos de levantarse de las cenizas observábamos como el amanecer oscuro, tenebroso a los ojos de los exitosos; el sol nos mostraba un panorama que era apocalíptico desde el cuarto piso.

Dolientes, pero felices, el nuevo día era un destino para nosotros muy distintos, ya sabíamos que al son de la naturaleza, nos obligaba ahora a ser mejores humanos.    


A Juan Arias Quezada ya le asignaron un R.U.T.

Ayer le entregaron su número de identificación.


Ya tiene su rol único tributario. Antes, solamente se llamaba Juan Domingo Arias Quezada, con eso los parientes y amigos lo podían identificar y también él sabía que se llamaba de esa manera, pero nada más. Hoy tiene un número y puede hacer trámites, tributar al Estado ser reconocido como tal, como un ciudadano con sus derechos y obligaciones.

Todos los chilenos lo tienen.

Nosotros, los de más edad, hacíamos colas interminables para adquirirlo en las oficinas del Registro Civil de la calle General Mackenna. Ahí, uno tras otro los números se sucedían en la medida que íbamos llegando. Todos jóvenes, de 14 o 16 años, dependía de la necesidad legal. Pero todos estábamos ahí en nuestro primer trámite. Un cordel delgado arrastraba los números que nos correspondían y se ubicaban a la altura del pecho para la foto correspondiente. Era el paso a la existencia legal. Era nuestra incorporación a una sociedad, ser parte de un país.

Hoy, es distinto, chileno que nace, número que se le asigna, ese número que legalmente lo identificará. Es por orden de nacimiento.

Así, a nosotros, los de entonces, por orden de llegada; hoy, por orden de nacimiento.

Para Juan, fue por orden de reconocimiento legal.

Tendría 54 años. No alcanzó a ponerse a la fila. Sólo en una, la de los ejecutados políticos. El fue asesinado a la edad de 16 años en Santiago de Chile, en noviembre de 1973, sin su número correspondiente para ser ciudadano.

Hoy, a 37 años de su muerte, ya tiene su número de Rol Único Tributario.

jueves, 19 de agosto de 2010

Juan Arias Quezada

sábado, 13 de marzo de 2010

Sebastián Aliaga Bustos: El dios del sueño y el terremoto que se perdió


Aunque no es un dios, sí es el único chileno que estando en el epicentro del terremoto del 27 de febrero no lo vivió. Fue de 8.8 grados de la escala de Richter. Pero el dormía.
En la mitología griega, Morfeo es una deidad onírica. Es, según ciertas teologías antiguas, el principal de los Oniros, los mil hijos engendrados por Hipnos (el Sueño) y Nix (la Noche). Era hermanastro de Tánatos (la Muerte).
Sebastián, nació el 15 de octubre 1995 en La calera, Chile, estudia en el Instituto Nacional y cursa el primero medio. Es locuaz, simpático, amante de lo que huele a interesante, opina, la sufre si sus calificaciones no superan el 6, sinuoso y tranquilo él. Sonríe con los ojos porque pereciera que la vida tranquila la vive desde ahí.
Pero del terremoto, él no sé enteró. Mientras su padre trataba de abrir la puerta en el 5to piso, él, de pie y dormido en los hombros de su progenitor, respiraba el mejor de los sueños. Hasta roncaba.
Tampoco se enteró de por qué los vecinos oraban y los niños lloraban en la plaza a las 3:45 de la madrugada. Él solamente sonreía con sus ojos achinados. Una aureola de protección parecía protegerlo.
Pero Zeus a Morfeo lo fulminó por haber revelado secretos a los mortales.
Sebastián Aliaga Bustos, es silencioso y, si de revelar los secretos a los mortales lo hiciera, bienvenidos sean, siempre y cuando nos diga a tiempo qué día y a qué hora será el próximo terremoto para estar despierto.
Claro, él seguirá durmiendo. Es que se hace el leso.

A Michelle la conocí en 1969


A Michelle la conocí en las finales de los años 60, al borde de los 70.Teníamos ya 19años. Ella de cabellera larga.

En las reuniones de la juventud del partido Socialista; en un encuentro juvenil con la conversación, la guitarra y los trabajos voluntarios, el requiebro amoroso y ese imperioso deseo de cambiarlo todo. Estábamos en esas, lo queríamos cambiar todo.

Salvador Allende gana las elecciones en 1970 y, ahí seguíamos nosotros.

Y en 1973 también estábamos. Ahí también estaba Jorge Aravena Mardones –acribillado el 11 de septiembre del 73- yo, detenido el 16 de septiembre del mismo año, mi hermano Juan, asesinado el 27 de noviembre, Juan Carlos Merino, muerto el mismo día, Mario Zamorano, también sufre esa suerte y por las mismas manos… y el mismo día.

Compartimos los sueños, los amores y las alegrías que nos daban nuestros años y los espacios compartidos…

Michelle parte al exilio…

Y ahora, en 2010 ella ha terminado su periodo presidencial.

Les aseguro, que Michelle Bachelet gobernó con el espíritu de todos nosotros y para toda la mayoría de este país

miércoles, 10 de marzo de 2010

Terremoto y seguridad en Chile: La llave de la salvación en unas manos


Con ocasión del Terremoto de Valdivia de 1960 se formó un comité para enfrentar las exigencias de la catástrofe. Luego, debido al impacto de lo vivido, se elaboró un Plan Nacional de Emergencias. Y recién, después de 14 años, con la dictación del Decreto Ley 369 del año 1974, nació la ONEMI. En 1983 se establece sus estatutos orgánicos por Decreto Supremo Nº 509.

De esta forma, producto de un desastre natural, nace la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (ONEMI). Este organismo público, que tiene por finalidad planificar, coordinar y ejecutar las acciones destinadas a prevenir o solucionar los problemas derivados de catástrofes naturales, también será la encargada de coordinar las medidas educativas preventivas. Sus labores más destacadas son la llamada "Operación Deyse" (De Evacuación y Seguridad Escolar) y los planes de evacuación en caso de un tsunami.

Su historia y sus catástrofes

Hasta los comienzos de este siglo, la Onemi era un galpón lleno de colchones y frazadas destinadas a las familias damnificadas. De ahí en adelante pretende llegar a ser un organismo que siente la obligación de educar para cambiar la mentalidad de los chilenos, de las autoridades públicas y del propio aparato Estatal, para reconocerse como un país sísmico.

Desde esa base se pretendía lograr una cultura que ayudaría a enfrentar con éxito nuestras deficiencias frente a los desastres naturales, tan propios del territorio nacional.

Con el correr de los años las aguas parecen ser distintas, sin embargo son las mismas que se reciclan para repetirse hasta el cansancio. A pesar de los logros económicos, siempre la Onemi se encontró con las limitaciones y la indiferencia de organismos públicos que pone el aparato estatal.

A nivel educacional, en los planes de estudio, recién en séptimo año se habla de los terremotos, de tsunami, para que decir.

La mayoría de las señalizaciones realizadas por este organismo en el borde costero para indicar las zonas de evacuación, sufrieron una oposición férrea de los alcaldes y encargados del turismo en las zonas, argumentando que “ahuyentan a los turistas que dejan grandes beneficios a las municipalidades”.

La llave y la salvación

Y para muestra un botón, en Iquique, tierra nortina, mientras se planificaba las vías de evacuación hacia los cerros, los expertos se encontraron con la férrea oposición de continuar por un terreno militar. No había otra forma para una emergencia que pasar por este sitio. La solución era hacer un pasadizo por este terreno baldío. La oposición fue rotunda, se argumentó asuntos de seguridad nacional.

Finalmente se logró cambiar el oxidado candado de una reja de ingreso y disponer de una llave para la emergencia del tsunami.

Hoy la Directora de Onemi, Carmen Fernández Gibbs ha renunciado productos de las deficiencias para enfrentar un terremoto de magnitud 8.8 y dijo al momento de renunciar “Quienes digan ahora que lo habrían hecho de tal u otro modo, qué fácil decirlo después”.

Pareciera mejor buscar culpables que las soluciones para hacer frente a un devenir tan propio y tan negado.

Así, mientras la vida pende en Iquique de él que guarde bien la llave de la salvación, todo Chile lo hace en manos de su propia ignorancia.

jueves, 4 de marzo de 2010

La costa y sus fantasmas: Y no estábamos comunicados, menos informados


No, no lo estábamos y lo que es peor nunca lo estuvimos. De verdad nunca se conoció la costa que se desata entre Navidad y Coliumo. Le suena?

Navidad, la localidad que da a conocer la primera mesa escrutada el 4 de septiembre de 1970 y que dio ganador a Salvador Allende. Coliumo fue la caleta de pescadores que me recomendó el poeta Alfonso Alcalde para ir a vivir, allí se colgó hasta morir, pero con sus propias manos. Buen chacolí para beber y exquisito pescado para comer, me dijo y partió.

¿Estaba usted al tanto?

Y para que hablar de Constitución, yo estuve en esas tierras. Obligué a mi familia a veranear ahí porque el tren de Talca a Constitución cumplía 100 años y era la última existencia de un ramal ferroviario en Chile. Bueno, me gustan los trenes. Para el Chile moderno, lleno de comunicaciones eso era una rareza, había que disfrutarlo.

Claro, no era el balneario de antaño, la papelera consumió el aire puro. La roca en la playa, que asemeja una iglesia, estaba llena de excremento. Ya el Cardenal Raúl Silva Henríquez, nacido en estas tierras, había muerto y, la casa de veraneo de Enrique Meiggs estaba a mal traer, hace tiempo que había dejado de construir los primeros ferrocarriles para Chile.

En la pensión que nos hospedó, mis hijas detectaron un ratón y querían devolverse a Santiago. En el mercado compré una botella con ají molido que se me cayó de las manos y un cuchillo con mango de cacho de buey para abrir melones, que luego se me perdió.

Por la tarde subí al cerro Mutrún y, ahí me enteré de que el Pacífico también se extiende hasta ahí, pero gris, casi como una vida apagada llegaba hasta estos lugares. Tenía la inmensidad de las cosas que más quieren decir algo que exponerse para que la contemplen. Pero inmenso, muy extenso.

Y a las orillas del río Maule, frente a una isla arbolada, pero de frío aspecto, estaba un profesor de matemáticas que durante el verano maulino hacía de botero y llevaba a los visitante a dar una vuelta por el puente cardenal Raúl Silva Henríquez. Así ganaba el pan estival.

Hoy, ni Coliumo ni Constitución existen como antes. Menos los pueblos y caletas intermedios. El terremoto y luego el maremoto se los llevó. Y claro, querían decir algo y usted no lo escuchó.

Menos se comunicó y para que decir si se informó.

A las 3:34 de la madrugada: La tierra pone el ritmo y el alma la baila


Como si fuera la fe y la razón y, lo peor de todo, como si estuvieran juntas. No van unidas, pero ya ve usted… me instalo bajo el dintel de mi puerta de salida a las 3:34 de la madrugada del sábado del 27 de febrero de 2010, en Santiago Centro de Chile, a resistir la exigencia manifiesta. Ahí se apodera de mí el ritmo y me pone en la misma actitud del resto de mis compatriotas, en igual comunión, 9, 10 millones que hacen lo mismo y lo más poderoso de todo, sintiendo de igual forma.

El alma y la tierra al mismo ritmo. Se cierran los ojos como la luz que se apaga, igual se mira y se distingue, se debe hacer, y todos empezamos a vivir el empate de la existencia. Todos, y al mismo tiempo en el mismo quehacer, al despeñadero veloz y sin freno. Azota el viento imaginado y la violencia de un compás casi desconocido que lleva hasta un infinito que existe, pero el tiempo de viaje es variable, si es corto es la vida y si extenso es otro cuento, pero la naturaleza exige el compás.

Las grandezas son iguales para todos y las limitaciones que algunos han llevado siempre en su vida también se comparte con los que ni la conocieron. Que empate, que forma de compartir lo mismo. Que manera de bailar ese ritmo que la tierra pone y el alma la tiene que bailar nomás.

Pero bueno, mañana es otro día y, todo tendrá otro afán.

Y como somos porfiados: el rico a sus riquezas y el pobre a sus pobrezas.

sábado, 6 de febrero de 2010

El último rincón para los borrachos


Claro que te acuerdas del pasillos largo que daba a un espacio que existe y nadie lo toma en cuenta. Esa mujer, taladrada de tiempo y vapores etílicos, y que aunque confiese que son 23, a ella le lleva tiempo más en la atención de dar y vender ese brebaje que es eterno, o bien, un poco menos, de verdad, había cierta tersura en la pìel, pero si te diste cuenta, ella estaba amargada. No se da cuenta que hace una tarea para el sueño digno. No sabe ni se ha dado cuenta que los borrachos que solazan bajo ese verdor poco digno del patio de atrás, pero necesario a la hora que Baco ingresa al venoso cuerpo. Ellos felices ante el último lugar digno que antes sus ojos se levanta, un patio con sombras de verde natural, y mesas y sillas. Ella parecía aburrida o bien la clientela la puso aburrida.

Claro. Ahora son los borrachos de Quilpué los únicos habitué del local, y aunque no son pocos, si son escasos los que aún se mantienen en pie, y con metales y papeles en los bolsillos para sostener la caña avinagrada del dolor que arrastran sin haberlo identificado y ni nadie se atrevería identificar tanto drama que el paseante pueda llevar por la calle Blanco de Quilpué ni aquel que se tiró al suelo, ya cansado de los ladridos del perro aburrido de ellos.

Y te gustó, te atrajo el lugar. Tú querías ir más atrás eso sí, pero la vieja ni ganas tenía y menos un arreglado vinoso decente con fruta estacional: `"Le tenimo un pipeño dulcecito", dijo. Ella sentada recibe por la caña y por la caña no da ni unos paso por el inmenso culo que adiviné, ella siempre ha esperado sentada.

Aquellos borrachos disfrutaban a la hora de tener un lugar para estar. Unos con la garganta en ristre, otros adormilados, pero disfrutaban el trasnochado espacio que se les cedió a golpe de modernidad, de publicidad deseosa y engañosa. Y sí que te diste cuenta, que en el mall donde compramos cerveza helada enlatada en vitrina refrigerada, ellos no tienen cabida, no señor, pero eso sí, ingresan otros y no los clientes como los que, dignamente aburrida atiende la vieja del pasillo largo, antes de la muerte de los últimos borrachos de las calles del mundo de Quilpué.