Ayer le entregaron su número de identificación.
Ya tiene su rol único tributario. Antes, solamente se llamaba Juan Domingo Arias Quezada, con eso los parientes y amigos lo podían identificar y también él sabía que se llamaba de esa manera, pero nada más. Hoy tiene un número y puede hacer trámites, tributar al Estado ser reconocido como tal, como un ciudadano con sus derechos y obligaciones.
Todos los chilenos lo tienen.
Nosotros, los de más edad, hacíamos colas interminables para adquirirlo en las oficinas del Registro Civil de la calle General Mackenna. Ahí, uno tras otro los números se sucedían en la medida que íbamos llegando. Todos jóvenes, de 14 o 16 años, dependía de la necesidad legal. Pero todos estábamos ahí en nuestro primer trámite. Un cordel delgado arrastraba los números que nos correspondían y se ubicaban a la altura del pecho para la foto correspondiente. Era el paso a la existencia legal. Era nuestra incorporación a una sociedad, ser parte de un país.
Hoy, es distinto, chileno que nace, número que se le asigna, ese número que legalmente lo identificará. Es por orden de nacimiento.
Así, a nosotros, los de entonces, por orden de llegada; hoy, por orden de nacimiento.
Para Juan, fue por orden de reconocimiento legal.
Tendría 54 años. No alcanzó a ponerse a la fila. Sólo en una, la de los ejecutados políticos. El fue asesinado a la edad de 16 años en Santiago de Chile, en noviembre de 1973, sin su número correspondiente para ser ciudadano.
Hoy, a 37 años de su muerte, ya tiene su número de Rol Único Tributario.
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