
Con ocasión del Terremoto de Valdivia de 1960 se formó un comité para enfrentar las exigencias de la catástrofe. Luego, debido al impacto de lo vivido, se elaboró un Plan Nacional de Emergencias. Y recién, después de 14 años, con la dictación del Decreto Ley 369 del año 1974, nació la ONEMI. En 1983 se establece sus estatutos orgánicos por Decreto Supremo Nº 509.
De esta forma, producto de un desastre natural, nace la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (ONEMI). Este organismo público, que tiene por finalidad planificar, coordinar y ejecutar las acciones destinadas a prevenir o solucionar los problemas derivados de catástrofes naturales, también será la encargada de coordinar las medidas educativas preventivas. Sus labores más destacadas son la llamada "Operación Deyse" (De Evacuación y Seguridad Escolar) y los planes de evacuación en caso de un tsunami.
Su historia y sus catástrofesHasta los comienzos de este siglo, la Onemi era un galpón lleno de colchones y frazadas destinadas a las familias damnificadas. De ahí en adelante pretende llegar a ser un organismo que siente la obligación de educar para cambiar la mentalidad de los chilenos, de las autoridades públicas y del propio aparato Estatal, para reconocerse como un país sísmico.
Desde esa base se pretendía lograr una cultura que ayudaría a enfrentar con éxito nuestras deficiencias frente a los desastres naturales, tan propios del territorio nacional.
Con el correr de los años las aguas parecen ser distintas, sin embargo son las mismas que se reciclan para repetirse hasta el cansancio. A pesar de los logros económicos, siempre la Onemi se encontró con las limitaciones y la indiferencia de organismos públicos que pone el aparato estatal.
A nivel educacional, en los planes de estudio, recién en séptimo año se habla de los terremotos, de tsunami, para que decir.
La mayoría de las señalizaciones realizadas por este organismo en el borde costero para indicar las zonas de evacuación, sufrieron una oposición férrea de los alcaldes y encargados del turismo en las zonas, argumentando que “ahuyentan a los turistas que dejan grandes beneficios a las municipalidades”.
La llave y la salvaciónY para muestra un botón, en Iquique, tierra nortina, mientras se planificaba las vías de evacuación hacia los cerros, los expertos se encontraron con la férrea oposición de continuar por un terreno militar. No había otra forma para una emergencia que pasar por este sitio. La solución era hacer un pasadizo por este terreno baldío. La oposición fue rotunda, se argumentó asuntos de seguridad nacional.
Finalmente se logró cambiar el oxidado candado de una reja de ingreso y disponer de una llave para la emergencia del tsunami.
Hoy la Directora de Onemi, Carmen Fernández Gibbs ha renunciado productos de las deficiencias para enfrentar un terremoto de magnitud 8.8 y dijo al momento de renunciar “Quienes digan ahora que lo habrían hecho de tal u otro modo, qué fácil decirlo después”.
Pareciera mejor buscar culpables que las soluciones para hacer frente a un devenir tan propio y tan negado.
Así, mientras la vida pende en Iquique de él que guarde bien la llave de la salvación, todo Chile lo hace en manos de su propia ignorancia.