lunes, 15 de diciembre de 2008

El muro: La piel sensible de la arquitectura humana


Son muchos los muros que el hombre ha levantado y muchas las utilidades que le ha dado. El Muro de Berlín también denominado "Muro de Contención Antifascista" por la República Democrática Alemana y, ya cuando nadie dudó de su verdadera utilidad "El Muro de la Vergüenza".

Muchas personas murieron en el intento de superar la dura vigilancia de los guardias fronterizos de la RDA cuando trataban de ingresar al sector occidental. La Fiscalía de Berlín considera que el saldo total es de 270 personas, incluyendo 33 que fallecieron como consecuencia de la detonación de minas.

El Muro de las Lamentaciones o Muro de los Lamentos, es un sitio sagrado por el judaismo y un muro de contención. Herodes el Grande, fue quien mandó a construir los grandes muros de contención construidos alrededor del Monte Moriá, en el año 37 a. de C. Hoy, lo que queda, se conoce como la Explanada de las Mezquitas -por la tradición musulmana- o Explanada del Templo -por la tradición judeocristiana. Ahí las lamentaciones quieren confirmar la presencia de Dios.

Los muros de las pinturas rupestres comunicaban la experiencia diaria. Eran didácticos.

El otro muro

Un muro es una estructura sólida vertical que protege o define un espacio. Determina y permite, por lo tanto. Un espacio donde se puede vivir y, amar.

La maternidad del hospital Sótero del Río tiene varios y los de la sala de espera cumplen terceras funciones. Ellos recogen peticiones.

El hombre enfrentado a la máxima manifestación de la creación humana; el nacimiento de un hijo, de su hijo. Ella, en una camilla con su responsabilidad de mujer y él, nervioso esperando. En la sala de espera sin un calendario fijo ni la hora ni los segundos precisos que permite la programación en los adelantos de la tecnología médica. No hay hora determinada, sólo unos dolores que anuncian el trabajo de parto.

Julio Manríquez, cuenta que en estas horas de angustia que le genera la espera sin respuesta, se permite un rayado en los muros para aligerar el trabajo de parto. Casi como juego catártico tiene esta, posibilidad de acercarse a su mujer para ayudarla en el alumbramiento de su tercer hijo. “No se nos permite asistir al nacimiento, no hay espacio, solo molestamos la tarea de los médicos”, dice aceptando su suerte. Y qué mejor que escribirle lo qué siente a su mujer.

Así, son miles los mensajes que se amontonan legibles e ilegibles, no interesa mucho aquello, lo importante, dice la mayoría, es que uno se desahoga.

“Amorcito, puja, puja, que tiene que nacer”, reza uno de ellos como un apoyo telekinésico. “Él será la felicidad que nos falta”, augura otro como la única solución a su matrimonio. “Los chiquillos se han portado bien y yo también”, certifica otro cerca de un kiosco de bebidas. “Hijita, nace luego que a tu mamá le duele”, un preocupado esposo le advierte a su hija que no quiere nacer. “Natalia, tu madre está contigo”, una abuela le habla a su hija, quizás adolescente.

Alrededor de un millar se van hilvanando esta seguidilla de peticiones que cubren todos los muros de la sala de espera de la maternidad. Por los pasillos se ve algo similar. Y aunque los funcionarios se esmeran en mantener un aseo difícil, ya han preferido hacer vista gorda ante esta arremetida.

Sergio del Solar, un funcionario con más de 25 años en el hospital Sótero del Río, cuenta “Me da rabia por la suciedad, pero los entiendo, hasta a mí me dan ganas de escribir algo, pero alegando por los sueldos”.

Claro, el hombre de la actualidad hiper comunicada, también siente el imperativo de hacer sus peticiones al mundo.

No hay comentarios: