sábado, 20 de octubre de 2007

Edgardo Hartley, director de la Escuela de Danza y Coreografía de la universidad Uniacc:

"LA DANZA ES MÚSICA QUE SE ESCUCHA CON LOS OJOS DEL ALMA"
Durante 7 años vivió en la Sudáfrica del apartheid y como se podría suponer aprendería de los movimientos corporales de los negros, sinuosos y perfectos, sin embargo asegura que “no existe raza que esté más preparada que otra para expresarse con el cuerpo, todos lo podemos hacer, sólo hay que tener una visión universal del movimiento y una gran pasión para ello”.

Edgardo Hartley fue primer bailarín y figura del ballet del ballet nacional. Ha sido estrella de varias compañías fuera y dentro de Chile y termina su carrera siendo el más notable bailarín “de carácter” de la “scene” nacional. En 1996 toma la dirección del Ballet de Santiago. Es desde el 2004, director de la escuela de Danza y Coreografía de la universidad Uniacc. Así, hoy está dedicado a la docencia.

Sentado en su sillón de cuero negro danza con sus dedos entrelazados, juguetea con sus pulgares, yergue su cuello que parece desprenderse de su cuerpo de bailarín de 62 años. Su cabeza como un ave picotea el espacio en busca del tiempo de bailarín. Rodeado por las figuras de los premios Apes, Altazor, Ernets Uthoff del Norteamericano de Cultura y un afiche que muestra la función de Rosalinda, de Ronald Hynd, que interpretó junto a Tamara Toumanova.

Hartley no deja de anticipar sus movimientos.

Es como un espejo para los danzantes “novos”, sólido en materia de metodologías y hábil en su adecuación del estilo de una escuela de expresión moderna que desarrolla destrezas artístico-corporales en danza moderna, jazz, tap, teatro-danza, danza experimental y coreografías.

Los hitos para el ballet nacional

Un banco en pleno Paseo Ahumada con Bombero Ossa es lo que queda hoy del primer escenario de ballet en Chile. Allí se ubicaba el Teatro Principal, donde para fascinación de los santiaguinos de la época se presentó, en 1850, la primera compañía de danzas que vino al país.

Por fin, entrando al siglo XX, Chile fue testigo del desarrollo y evolución de la danza. El estallido de la guerra en el viejo mundo provocó un éxodo de talentos que trajo beneficios indudables para nuestro país. El primer hito lo constituyó, en este sentido, la visita del ballet de la famosa bailarina rusa Anna Pavlova, en 1917. Su paso no sólo dejó un enorme entusiasmo en la juventud adinerada; también significó un gran aporte para la danza en el país: el bailarín Jan Kaweski se radicó en Santiago, siendo el primer profesor de ballet dedicado a formar intérpretes. Lo propio hizo su pareja, la anglo-americana Doreen Young, que se instaló en Viña del Mar para difundir las nuevas tendencias. Hacia 1930, el terreno estaba abierto para la llegada de los más importantes personajes extranjeros de la danza nacional: el Ballet de Kart Jooss, con sus figuras Ernst Uthoff, Lola Botka y Rudolph Pescht. Estos tres bailarines en 1942 se radicaron en Santiago y crean la Escuela de Baile con el respaldo de la Universidad de Chile. Enseñaron con la perspectiva del expresionismo alemán. Luego forman el primer conjunto estable nacional, el Ballet Nacional Chileno, en 1945. Traían una visión nueva de la danza, alejada de los patrones clásicos.

Con ellos comenzó la Danza Moderna en Chile. Fueron los formadores de la primera generación de coreógrafos y bailarines nacidos en estas tierras, y, en algún sentido, fueron incluso los precursores de la danza independiente contemporánea.

Su madre y los primeros pasos

A los 13 años, Edgardo Hartley, ya se rodeaba del ambiente del ballet, su madre era bailarina y lo llevaba a todas las representaciones. Fue en Perú cuando vive todo el proceso de la preparación de una actuación y siente el final coronado por el aplauso y la emoción de la obra completa, como un producto terminado. La magia se apoderó de él y decide ser bailarín.

De su madre hereda las condiciones físicas para la danza y fue ella quien lo llevó frente al maestro Uthoff. Hartley cuenta ese instante e imita a Uthoff con el acento alemán que tenía, ”oh… tú tienes condiciones para la danza… y mira ese pie… oh, y ese oído musical… tú tienes que ser bailarín”.

Reconoce al maestro Uthoff como la tierra fértil y su madre la semilla.

- Ernest Uthoff no tan sólo es importante en su vida, sino que parece ser el gran hito para el ballet en Chile, ¿eso también quiere decir que el expresionismo alemán se apodera del ballet nacional que hasta la fecha se manifiesta?

“Cuando llegó Uthoff, le llamó la atención que este fuera un país tan adicto al ballet clásico y no hubiera una compañía. Todo este gusto fue desarrollado por las constantes giras de compañías extranjeras por América del sur. Así él forma una compañía, no era una compañía clásica. Él puso en marcha el expresionismo alemán, en el fundamento, en la base, ésta era una compañía tradicional. Fue la primera compañía profesional de Chile, pero dentro de la línea de lo moderno, con un corte netamente moderno de lo que era el expresionismo alemán. Los bailarines usaban el trabajo de punta, pero las coreografías eran de estilo moderno”.

El carácter y sus roles

Yolanda Montecinos, periodista, crítica de arte y espectáculo lo destaca como el mejor bailarín de carácter. Él habla con cariño de ella y le llama “mi tía Yolanda”. Hartley interpreta en forma sobresaliente a las hermanastras de la Cenicienta y otros roles femeninos. Aprovecha para explicar esa tarea necesaria en su carrera.

- El rol de carácter que a usted se le asignó y que logra buenos dividendos ¿es una condición natural, puramente histriónica y es parte de su personalidad?

“Terminé mi carrera como bailarín de carácter. Es la secuencia propia de la carrera de un bailarín. Uno comienza como un cuerpo de baile, después gracias al trabajo y al mérito pasa a ser solista. Y en base a eso mismo pasa a ser de primera línea y de ahí en adelante es responsabilidad de uno de seguir creciendo y después debido a los años y por una cuestión de decaimiento físico natural uno empieza a dictar clase a hacer una coreografía o a dirigir una compañía dependiendo las capacidades y dones que uno recibe. Es una consecuencia más o menos lógica, dentro de la primera fase de terminar como bailarín y debido a este agotamiento físico natural uno empieza a asimilar roles de carácter. Aquí se necesita expresar muchísimo sin necesidad de esos esfuerzos físicos que cuando una tenía 20 ó 30 años, uno podía hacer maravillas con su cuerpo, pero hay roles importantísimos que necesitan de una persona con fuerza de carácter que interprete ese rol”.

“Y pasaron los años, pasaron los años, los años y los años” recuerda Hartley estirando su cabeza como separándose del cuerpo sin desprenderse de su sillón “y volví a Chile para encontrarme con el maestro Uthoff y me ofrecen en 1996 hacerme cargo del Ballet Nacional Chileno, el mismo que formó y creó el maestro Uthoff el año 1945. Es un ciclo que se arma”.

- Su trabajo en publicidad lo hicieron más conocido a nivel popular. Sus spot publicitarios tenían aceptación por la hilaridad y capacidad de interpretación de un cocinero, de un empleado de banco…

“La danza no tan sólo es la técnica la pureza de la línea, la perfección de ejecución y 5 u ocho piruetas y un salto, no, es también interpretación, están los roles, está Romeo, los roles de la Fierecilla Domada y todas las obras que hay que interpretar. Esa condición histriónica yo la tenía naturalmente. Sentía los roles, los asumía, era capaz de ser un niño bobo, era una prostituta, una vieja mala, una buena, las hermanastras de la Cenicienta. Yo podía diversificarme, ser versátil y eso me llevó a la publicidad. Así interpreté al cocinero de las chuletas San Jorge, al empleado de banco. Sin embargo a pesar de toda la interpretación de ellos la gente me identificaba en la calle como el bailarín”.

La enseñaza de la Danza en Uniacc

- Su labor como creador y director de la carrera de Danza y Coreografía en la universidad Uniacc debe tener un carácter muy distinto a la enseñanza que se realiza en otras universidades de Chile, quizás la interpretación o el carácter… ¿Qué la hace distinta?

“Este no es un conservatorio. Nuestros alumnos saben que desde un principio no vienen sólo a aprender a bailar y ser intérpretes en danza para ponerse arriba de un escenario y ejecutar una obra bien hechita… Acá vienen también a ser un persona culta y sumamente integrada. Desde el primer año los alumnos conocerán su físico a través de las clases de anatomía. Sabrán de un ligamento, un tendón, un músculo. Sabrán distinguir lo que es una disfunción, un desgarro, un esguince… Así como un músico conoce su guitarra también el bailarín debe conocer su cuerpo. También este alumno viene a aprender la historia de la danza. La sabrá apreciar y querer como el escudo nacional. Y Además lograrán un abanico amplísimo en materia de danza. En los 4 años van a tener lo básico en ballet y baile moderno para conocer el jazz, tap, danza iberoamericana, incluso, tango, flamenco y salsa. Y en las últimas etapas de su carrera tendrán conocimientos de la comedia musical, cómo se construye, qué significa, cuántas personas trabajan en ella. Y cuando salgan de aquí no sólo podrán interpretar, sino de crear una obra para la pasarela, la televisión, para el teatro o dictar una clase con el conocimiento adquirido”

No descansa y continúa sin respiro saltando de un lado al preciso "Lo que ofrece esta carrera es muy atractivo y renovado. La coreografía es un área que en otras escuelas y academias particulares prácticamente no se enseña y paradójicamente es una de las expresiones más requeridas en los cuerpos de baile. Es por donde generalmente comienzan los jóvenes intérpretes. Se hace en forma autodidacta, pero no en forma planificada, bien formulada, con bases, principios y conocimientos. Eso ya es una tremenda diferencia".
Para Hartley este es el lenguaje del cuerpo que permite expresar sentimientos, pasión y fuerza que crea y se recrea en la belleza del movimiento, desde lo clásico a lo moderno, de lo conceptual, para pasar a la vanguardia. ”Sin la Danza estaría incompleta la música, el teatro, la televisión y los espectáculos”. Sentencia rotundamente Edgardo Hartley. A su juicio, proyectar la danza y la coreografía de este modo permite abrir un espectro que en Chile no ha sido explotado, pero que es del gusto del público: los musicales y el espectáculo. "Chile está muy atrasado todavía en espectáculos de danza. Eso es algo que nosotros vamos a poder modificar con suerte en este país".

-¿Podrán ganarse la vida con la danza sus…?

”Por eso, el gran objetivo de esta carrera es preparar a los estudiantes para una trayectoria profesional como intérpretes y coreógrafos. Sus progresos serán medidos tanto por el trabajo en clases y estudios como por su participación en funciones presentadas en la universidad, con coreografías creadas por los profesores y artistas invitados. Además, los estudiantes podrán presentar coreografías originales en el marco de talleres abiertos al público”.
Edgardo Hartley, como se podría pensar, se habría levantado de su sillón y pasearse vehemente por su despacho semi ovalado para explicarnos las actividades de su docencia y de su época de bailarín, sin embargo a los ojos sólo sus brazos, sus manos, su cuello y la cabeza se han desprendido de su cuerpo.

Pero, la sensación es otra.

Sin darnos cuenta el director de la Escuela de Danza y Coreografía y ex bailarín de 62 años, voló con todo su cuerpo por los aires en “gran jetés” y “pirouettes” apasionantes, como un juglar de Dios para asegurarnos que “la danza es precisa, perfecta, que no acepta el movimiento torpe, es música que hace el cuerpo y se escucha con los ojos del alma”.

Eva López Guajardo, una alumna de periodismo: "Como periodista jamás podré contar la verdad"

A los 25 años ya se siente sola; se está divorciando. Ha estudiado periodismo en tres universidades y descubre que jamás ejercerá la esencia ideal de esta profesión. Se pierde en las calles de la capital de Chile y la considera sin dignidad para vivir. Añora la presencia de su madre y además demuestra tener un sólo vicio.

Los 123 kilómetros que dista entre su originario Valparaíso y la Región Metropolitana, para Eva, es la misma distancia que existe entre este mundo y cualquier otro desconocido.

Ella se cobija en el 95 de la calle Santa Isabel, en la comuna de Santiago. En el cuarto piso, arrinconada al final del pasillo, como buscando protección. Un ambiente es suficiente.

La existencia diaria en su departamento va desde su notebook, conectado a internet, las bocanadas de sus fieles cigarros, pasa por su mullido sillón verde para terminar rendida en su cama de dos plazas con sábanas negras. Y todo ambientado con canciones melosas cantadas en español. No existe para ella otra comida que las papas fritas, “es la mejor comida del mundo”, dice convencida de su descubrimiento.

La conversación se inicia exactamente en el cómodo sillón verde. Habla con seguridad, puede ser imprecisa a veces, pero es sólo por que se le escuchó mal. Tiene claridad. Sabe que quiere y lo que no quiere, “inicié los trámites de divorcio por que quiero tener una familia, mi marido no lo quiere así, eso es suficiente para no seguir a su lado y buscar otros rumbos”, dice convencida y enciende el segundo cigarro.

El periodismo, una forma de expresión

Siempre quiso estudiar derecho, pero su profesor de Castellano, en tercer año medio le cambio la selección de su profesión “Mi profesor, Benjamín Castro, nos encomendó realizar un diario con todas sus secciones. Me puse a investigar la estructura del periódico y los elementos de la noticia, conocí la esencia de la actividad periodística y me vinculé con una fascinante actividad que de inmediato la consideré como parte de mi quehacer profesional futuro”

¿Por qué el periodismo?

“Decir la verdad era el descubrimiento más profundo que había logrado como estudiante de Educación Media, me puse a acortar el camino hacia el periodismo, comencé a coleccionar las revistas “Miss 17” y “TV novelas” que me fueron ampliando el mundo de la redacción, cada vez más me fascinaba. El espectáculo era para mí una actividad periodística que tenía que llegar a desarrollar como profesional”.

Se matriculó en la universidad Viña del Mar. El primer día de clase sus planes cambiaron cuando el profesor de Introducción al Periodismo les comunicó a sus alumnos que la persona que ingresó a esta carrera para escribir sobre espectáculo estaba errada de profesión, “claro con el tiempo me di cuenta que el profesor se refería a lo que es hoy la farándula, a mi tampoco me gusta ese tipo de periodismo”, comenta y apaga el cuarto cigarro.

El dinero versus la educación

Un año estudió en esa universidad. Para sus padres los altos aranceles que pagaban para educar a su hija eran insostenibles y dejó de estudiar durante tres años.

Trabajó como barwoman en una discoteca en el puerto de Valparaíso de 22 hasta las 5 horas. Servía tragos al costo en la barra, “era interminables los vasos servidos, 200, 300 tragos por noche, terminaba reventada”. Estaba recién casada. Se retiró. Estudió corretaje de propiedades un tiempo para financiarse ella misma sus estudios de Periodismo.

¿Cómo retomó sus estudios?

“Ingresé a la universidad Las Américas, con sede en Viña del Mar. A pesar de ser una universidad de mal prestigio tuve la suerte de tener muy buenos profesores que me dieron un carácter muy exigente a mis estudios. De esta forma logré estudiar 2 años más con un trabajo intenso en el reporteo y la redacción, obtuve buenas calificaciones, llegué a ser una alumna muy destacada y considerada por mis profesores”. Responde y exhala una bocanada de humo llena de satisfacción.

Sus comienzos en Uniacc

Su esposo fue trasladado a trabajar a la región Metropolitana. Eva se instala en esta ciudad desconocida, “nunca he podido entender, cuando pregunto por una calle y me dicen que queda para arriba o para abajo, me da lata esa forma de segregación que existe acá”, dice y se indigna, “no se dan cuenta por qué lo dicen”. Siempre se pierde y nadie le cree cuando pregunta por la Plaza de Armas o dónde queda la Alameda, “ahí es donde hecho de menos a mi mamá”

Con la ayuda de su esposo ingresa a la universidad Uniacc.

¿Cuál es la imagen que percibías de Uniacc?

“Siempre leía la propaganda de esta universidad, vende una imagen, una pinta farandulera, sin embargo para la gente ajena a la universidad la considera como una universidad top y bien catalogada en el mercado laboral, así es la publicidad”. Aventura este comentario y aspira su cigarro.

Ingresa a trabajar a ENTEL Pcs, con las exigencias laborales tuvo que matricularse en el programa Pet, para estudiar en horario vespertino.

¿Sintió el cambio?

“En Uniacc sigo estudiando y escribiendo igual a como lo hacía en Las Américas, sin embargo no logro las buenas calificaciones que tenía”.

Para ella este cambio, que al comienzo le asustó, tiene una explicación.

¿Qué pasó, por qué?

“Mis nuevos compañeros eran abogados, sociólogos y la mayoría con experiencias muy ricas en lo laboral y vivencial, pensé que me iba a ir mal, pero aprendí mucho de ellos”. Comenta sonriente, “lo que no entendía con el profesor, me lo aclaraban mis compañeros”.

Del periodismo de prensa al corporativo

Sin embargo su paso por tres universidades estudiando esta carrera la hicieron darse cuenta que ser honesta al contar los acontecimientos del hombre y sus consecuencia no es tarea fácil,

¿Ha cambiado tu apreciación de la labor periodística?

“En la práctica el periodismo es distinto, pero ya estoy en ésta. No quiero frustrarme en el periodismo, por eso creo que el periodismo corporativo de igual forma me dará satisfacciones para realizar una actividad más plena desde una perspectiva humana”.

Además, con lo que percibe por su trabajo como ejecutiva en ENTEL Pcs, comparado con lo que gana un periodista reportero de cualquier medio dice que se “moriría de hambre”. Esta es una realidad que también considera para inclinarse por el Periodismo Corporativo como la única forma de ejercer su actividad profesional.

¿Qué es lo que te hacía ver al periodismo en forma tan ideal?

“Valparaíso de alguna forma alimentó en mi la esencia romántica que tiene el periodismo, es así como la capital de Chile me aterrizó y me hizo ver la otra cara de la realidad de esta profesión”, dice y se queda en silencio.

Eva se levanta del sillón verde, camina hasta el ventanal que da a la calle Santa Isabel, mira en silencio los vehículos que en ningún momento han dejado de circular. No habla y luego de encender el último cigarro dice para que quede muy claro “mi objetivo era reportear, correr de aquí para allá en busca de la noticia como un tesoro”.

Sabe que no podrá ser así. Y no es su culpa.

Hoy el Periodismo parece no estar para románticos.

domingo, 14 de octubre de 2007



Por la entrepierna los colores se multiplican. Al final del arco iris, en lo posible, un sólo camino es el que se debe seguir.

Con una piedra; el mejor de los estofados


Cuando los ruegos no tienen respuesta por que los Dioses se hacen los sordos o se levantaron con el pie izquierdo o bien están muy ocupados haciendo coincidir que el sol pase justo de un lado a otro la línea del Ecuador para dar comienzo a la primavera por estos caminos, existen dos lugares a las orillas del río Mapocho que consuela.

Uno al lado del otro, “por si las moscas”. Ellos lo hicieron expresamente para cuando “se les vaya una”.

La del lado izquierdo, mirando hacia el mar, está para los paladares marinos. Los pulpos aletean, los choritos se resolazan, los erizos lengüetean y los pescados se refocilan en espera del limón a la hora señalada.

La del lado derecho está llena de hortalizas y cocinerías de pucheros, guatitas y porotos, para empezar.

Los corderos, chunchules, cabezas de chancho, y longanizas esperan pacientes afirmadas de los ganchos para irse a otras cocinas.

Las hortalizas las vocean para que manduca haga su aparición y con una piedra solamente haga un estofado. Primero pone el agua hasta que hierva, sal a gusto, aceite lo justo y necesario, luego la piedra y listo.

Claro que si se le pone algo de papas o bien zapallo, mejora un tanto más… y por que no acelgas, zanahorias, ajos…verán como gana y para que decir si le lleva la posta rosada y algo de longanizas…y unas hojitas de laurel, este estofado si que funciona… ¡Ah¡ y para que la piedra se ponga más sabrosa, ¿qué mejor que unas almejitas?

Manjar de los Dioses.

Varados para volver a nadar, desde las papilas hacia los dormitorios del estómago.

En silencio, ya habrá tiempo para hablar, por ahora se espera el pedido.

Pochito él... Tranquilo el hombre, de ahí el bajativo.

Cada rincón es observado, cada plato bien servido...pero en abundancia o no sirve.

Por la mitad y por otra más, hasta que el tamaño sea el adecuado. Todos medimos distinto.

¡Al jugo sale una con tallarines! Las papilas reciben la orden y hasta verte Cristo mío.

Este viaje aún no ha terminado, queda el penúltimo.

Y si la cosa anda mal, siempre habrá una chaucha que tranquilice al animal.

En los corredores de la vega se conjuga el mundo a la perfección

El caldo hervido soporta una cosita más para redondear la idea.

Lo seco no necesariamente es por falta de agua; es por que la tuvo.


Entre el metal y la calabaza, la loza y el madera; una sola mano sostiene el brebaje.

La selección es difícil, pero el sueño que lo inspira es sublime.

jueves, 4 de octubre de 2007

A la medida