Detrás del supermercado Líder, en El
Belloto, en la comuna de Quilpué, se encontraba el candidato a la presidencia
de Chile para el periodo 2014- 2018. Un joven que en la década de los años de 1970
fue seminarista, vinculado a los jesuitas y a la doctrina social de la Iglesia,
seguidor del cardenal Silva Henríquez y Helder Cámara. Hoy se siente lejos de
Dios y cerca del llamado a denunciar todo lo que aleje a esta tierra de la
copia feliz del Edén.
Es sábado, la mañana aunque soleada
está notoriamente fría, deja ver en la acera del otro lado a los seguidores de
Claude en las puertas de la explanada que da a la radio comunitaria Centenario. Seis jóvenes con sombreros y
una tímida vestimenta tratan de imitar a los músicos de alguna fiesta religiosa
nortina. Las quenas y el insistente, pero sordo monótono golpeteo del tambor,
avisan que acá podría pasar algo.
Los dirigentes locales negocian con el
dueño de la radio sobre el precio para un llamado que el candidato quiere hacer
a los vecinos de la población a través de la emisora del lugar. La dificultad
alcanza los 90 mil pesos. Hay acuerdo y finalmente el propietario no vidente de
la radio permite a Marcel Claude avisar de su presencia. El economista, académico y activista político chileno habla a la comunidad. Mientras tanto los adherentes con un lienzo avisan
a los automovilistas que el candidato del Partido Humanista, la Izquierda
Unida y la Nueva Izquierda Universitaria está en estas tierras.
Su militancia política es variada y quizás va a la
par de los vaivenes que sufre el
partido Demócrata Cristiano. En los años
de 1970 militaba en la Democracia Cristiana. El 1973, para el golpe de Estado,
dejó de serlo obligadamente. Luego militó en el Partido por la Democracia, PPD, entre los años 1990 y
1995.
Cuatro automovilistas hacen sonar sus bocinas para manifestar adhesión.
La espera se hace larga, los músicos ya descansan. Se saludan los adherentes.
La mayoría de los jóvenes visten al estilo del estudiante universitario de
regiones. En total son 25. Un exiliado comunista retornado, de unos 65 años, se
reencuentra con una amiga también comunista, se saludan y le presenta a su
pareja; una médico alemana que por amor le siguió hasta estas tierras. Otro
adulto se acerca con los brazos en alto en busca del candidato, parecen
conocerse en el ámbito académico. Hay ansiedad por iniciar la marcha hasta la
feria de El Belloto.
El desfile se inicia con el mismo cartel que se exhibía a las orillas de
la vía. Se inicia la marcha, Claude lo sostiene justo al medio, cuatro
adherentes más lo sujetan durante el trayecto a la feria sabatina. El candidato
calza zapatos que imitan el estilo de las zapatillas, pantalón gris, una chaquetón
invernal desabrochado, un chaleco negro que deja ver parte de la camisa fuera
del pantalón. Su cabello cano avisa que tiene 57 años, su rostro redondo de
mandíbulas sobresalientes y duras. Sus ojos pequeños indican que está relajado,
pero tenso. Se percibe tímido, silencioso. Es el Mesías de los marginados de
parte de la izquierda chilena.
La comunista que saludó al retornado y a su pareja, se acerca y le dice:
¿Te das cuenta Marcel de la alegría que
le das a la gente? Él asiente y agrega un comentario recordando su
actividad como economista en un escritorio del Banco Central entre 1983 y 1995 y la compara con el significado de lo que vive
hoy; no se lo imaginaba. Algo tímido, continúa caminando. Claude también dirigió dos organizaciones no
gubernamentales
medioambientalistas; la Fundación Terram
y la oficina chilena de la Fundación Océana,
donde terminó alejado en circunstancias nunca aclaradas.
Algunos vecinos se asoman a las ventanas de sus casas al retumbar
monótono y el sonido melancólico de las quenas. Todo redunda, pero llena los
vacíos. Claude se acerca a compartir con ellos, levanta su mano, intercambia
palabras. Se integran tres personas a la marcha después de saludarle. Un
residente del lugar se acerca, viste abrigo azul marino y un platillo de
batería musical en la cabeza, algo trasnochado y ebrio le indica al candidato
por dónde se deberían ir, insiste y sutilmente es retirado del lugar.
En 1975 ingresó a la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas
de la Universidad de Chile —hoy Facultad
de Economía y Negocios—,
donde se licenció en Ciencias Económicas, con mención en Economía, en 1982. Ese
mismo año le fue conferido el grado de magíster en Ciencias Económicas, con
mención en Economía, en el Programa de Estudios Económicos Latinoamericanos
para Graduados (ESCOLATINA), de la misma facultad donde egresó. En 1986 obtuvo
una beca de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, donde egresó con el título de master
of arts (Maîtrise en
Sciences Economiques) en 1987. En esta misma universidad fue candidato al doctorado
en Economía que no terminó.
Cinco bocinazos más avisan que hay simpatías con el candidato. Ya
cercanos al lugar convenido, en la entrada de la feria de El Belloto, un
inmenso letrero de la candidata de la Nueva Mayoría, Michelle Bachelet en
compañía del alcalde de Quilpué, el socialista Villambre, parece dar la bienvenida al candidato.
Claude ingresa al recinto mientras una sorprendida multitud que hace sus
compras lo ve llegar escoltado por adherentes y la banda musical con aires
nortinos, El barro hace conducir por los pasillos de una feria más parecida a
campo de refugiados palestinos, entre zapatos, ropa, plantas, utensilios
varios, música, pescados y empanadas fritas; hortalizas y mariscos. Un centro
de abastecimiento muy ajeno a los mall,
donde las cajeras usan pañales desechables, según denuncia el candidato Marcel.
Nuevos simpatizantes se acercan y conversan casi al oído, él escucha y
responde. Al paso del candidato hay indiferencia disimulada, unos sienten la
cercanía, otros solamente observan y opinan en voz bajas. Un grito de: ¡Grande Marcel! hace creer que hay
presencia divina en el lugar. Es la otra izquierda, casi fantasmal, que sin
consigna solo exige una vida que efectivamente se pueda vivir.
Cuando Marcel Claude es presentado en la televisión chilena él se siente
agredido, no le acomoda el formato, siempre repite, déjame terminar, e insiste, déjame
terminar. Pareciera que el sistema, que tanto daño hace a Chile, se le hace
presente en el estudio televisivo también. Es más, cuando se le hace ver que
Michelle Bachelet representa similares exigencias que las suyas, él responde
que solamente eso es para la televisión.
Un verdulero de la feria de El Belloto comenta en voz baja que todos son
iguales, que vienen a prometer y luego desaparecen y se olvidan de uno, una
adherente le dice que no es así, que ahora es distinto, el comerciante insiste
en lo mismo y ella vuelve a la carga.
Mientras tanto Marcel Claude se abre pasos entre el barro, los gritos de
ventas de los productos y las vivas de sus adherentes.
La contienda electoral se daba entre una mujer víctima de la dictadura,
como muchos chilenos, y el regalón de Pinochet; Longueira, luego de distiantas
situaciones dentro de la derecha, este renuncia y se proclama a Matthei, la
hija de un general de la Fuerza Aérea.
El destino hace sus jugarretas, Michelle Bachelet también es hija de un
general de la misma fuerza militar chilena. Su padre fue colaborador del
presidente Allende en la distribución de mercaderías alimenticias que
escaseaban producto del sabotaje de la derecha. Y en el otro lado, el padre que
fue integrante de la Junta de gobierno que derrocó a Allende.
Mientras tanto, Marcel Claude, el hijo del medio de esta intrincada
historia de Chile, sigue transitando en busca de adherentes y denunciando todo
lo que huela a trampa económica e injusticia que viven los chilenos. Se siente
llamado a ser presidente de esta nación. Es su cruzada, la presencia divina de
la que hoy se siente lejano, la hace sentir en la feria del Belloto. Él
insiste, mientras tanto pide que lo dejen terminar, pues sus adherentes sí
creen en milagros.
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