viernes, 1 de noviembre de 2013

Marcel Henri Claude Reyes ya no cree en Dios



Detrás del supermercado Líder, en El Belloto, en la comuna de Quilpué, se encontraba el candidato a la presidencia de Chile para el periodo 2014- 2018. Un joven que en la década de los años de 1970 fue seminarista, vinculado a los jesuitas y a la doctrina social de la Iglesia, seguidor del cardenal Silva Henríquez y Helder Cámara. Hoy se siente lejos de Dios y cerca del llamado a denunciar todo lo que aleje a esta tierra de la copia feliz del Edén.

Es sábado, la mañana aunque soleada está notoriamente fría, deja ver en la acera del otro lado a los seguidores de Claude en las puertas de la explanada que da a la radio comunitaria Centenario. Seis jóvenes con sombreros y una tímida vestimenta tratan de imitar a los músicos de alguna fiesta religiosa nortina. Las quenas y el insistente, pero sordo monótono golpeteo del tambor, avisan que acá podría pasar algo.

Los dirigentes locales negocian con el dueño de la radio sobre el precio para un llamado que el candidato quiere hacer a los vecinos de la población a través de la emisora del lugar. La dificultad alcanza los 90 mil pesos. Hay acuerdo y finalmente el propietario no vidente de la radio permite a Marcel Claude avisar de su presencia. El economista, académico y activista político chileno habla a la comunidad. Mientras tanto los adherentes con un lienzo avisan a los automovilistas que el candidato del []Partido Humanista, la Izquierda Unida y la ]Nueva Izquierda Universitaria está en estas tierras.

Su militancia política es variada y quizás va a la par de  los vaivenes que sufre el partido Demócrata Cristiano. En los años de 1970 militaba en la Democracia Cristiana. El 1973, para el golpe de Estado, dejó de serlo obligadamente. Luego militó en el Partido por la Democracia, PPD, entre los años 1990 y 1995.

Cuatro automovilistas hacen sonar sus bocinas para manifestar adhesión. La espera se hace larga, los músicos ya descansan. Se saludan los adherentes. La mayoría de los jóvenes visten al estilo del estudiante universitario de regiones. En total son 25. Un exiliado comunista retornado, de unos 65 años, se reencuentra con una amiga también comunista, se saludan y le presenta a su pareja; una médico alemana que por amor le siguió hasta estas tierras. Otro adulto se acerca con los brazos en alto en busca del candidato, parecen conocerse en el ámbito académico. Hay ansiedad por iniciar la marcha hasta la feria de El Belloto.

El desfile se inicia con el mismo cartel que se exhibía a las orillas de la vía. Se inicia la marcha, Claude lo sostiene justo al medio, cuatro adherentes más lo sujetan durante el trayecto a la feria sabatina. El candidato calza zapatos que imitan el estilo de las zapatillas, pantalón gris, una chaquetón invernal desabrochado, un chaleco negro que deja ver parte de la camisa fuera del pantalón. Su cabello cano avisa que tiene 57 años, su rostro redondo de mandíbulas sobresalientes y duras. Sus ojos pequeños indican que está relajado, pero tenso. Se percibe tímido, silencioso. Es el Mesías de los marginados de parte de la izquierda chilena.

La comunista que saludó al retornado y a su pareja, se acerca y le dice: ¿Te das cuenta Marcel de la alegría que le das a la gente? Él asiente y agrega un comentario recordando su actividad como economista en un escritorio del Banco Central entre 1983 y 1995 y la compara con el significado de lo que vive hoy; no se lo imaginaba. Algo tímido, continúa caminando. Claude también dirigió dos organizaciones no gubernamentales medioambientalistas; la Fundación Terram y la oficina chilena de la Fundación Océana, donde terminó alejado en circunstancias nunca aclaradas.

Algunos vecinos se asoman a las ventanas de sus casas al retumbar monótono y el sonido melancólico de las quenas. Todo redunda, pero llena los vacíos. Claude se acerca a compartir con ellos, levanta su mano, intercambia palabras. Se integran tres personas a la marcha después de saludarle. Un residente del lugar se acerca, viste abrigo azul marino y un platillo de batería musical en la cabeza, algo trasnochado y ebrio le indica al candidato por dónde se deberían ir, insiste y sutilmente es retirado del lugar.

En 1975 ingresó a la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile —hoy Facultad de Economía y Negocios—, donde se licenció en Ciencias Económicas, con mención en Economía, en 1982. Ese mismo año le fue conferido el grado de magíster en Ciencias Económicas, con mención en Economía, en el Programa de Estudios Económicos Latinoamericanos para Graduados (ESCOLATINA), de la misma facultad donde egresó. En 1986 obtuvo una beca de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, donde egresó con el título de master of arts (Maîtrise en Sciences Economiques) en 1987. En esta misma universidad fue candidato al doctorado en Economía que no terminó.

Cinco bocinazos más avisan que hay simpatías con el candidato. Ya cercanos al lugar convenido, en la entrada de la feria de El Belloto, un inmenso letrero de la candidata de la Nueva Mayoría, Michelle Bachelet en compañía del alcalde de Quilpué, el socialista Villambre,  parece dar la bienvenida al candidato.

Claude ingresa al recinto mientras una sorprendida multitud que hace sus compras lo ve llegar escoltado por adherentes y la banda musical con aires nortinos, El barro hace conducir por los pasillos de una feria más parecida a campo de refugiados palestinos, entre zapatos, ropa, plantas, utensilios varios, música, pescados y empanadas fritas; hortalizas y mariscos. Un centro de abastecimiento muy ajeno a los mall, donde las cajeras usan pañales desechables, según denuncia el candidato Marcel.

Nuevos simpatizantes se acercan y conversan casi al oído, él escucha y responde. Al paso del candidato hay indiferencia disimulada, unos sienten la cercanía, otros solamente observan y opinan en voz bajas. Un grito de: ¡Grande Marcel! hace creer que hay presencia divina en el lugar. Es la otra izquierda, casi fantasmal, que sin consigna solo exige una vida que efectivamente se pueda vivir. 

Cuando Marcel Claude es presentado en la televisión chilena él se siente agredido, no le acomoda el formato, siempre repite, déjame terminar, e insiste, déjame terminar. Pareciera que el sistema, que tanto daño hace a Chile, se le hace presente en el estudio televisivo también. Es más, cuando se le hace ver que Michelle Bachelet representa similares exigencias que las suyas, él responde que solamente eso es para la televisión.

Un verdulero de la feria de El Belloto comenta en voz baja que todos son iguales, que vienen a prometer y luego desaparecen y se olvidan de uno, una adherente le dice que no es así, que ahora es distinto, el comerciante insiste en lo mismo y ella vuelve a la carga.  Mientras tanto Marcel Claude se abre pasos entre el barro, los gritos de ventas de los productos y las vivas de sus adherentes.

La contienda electoral se daba entre una mujer víctima de la dictadura, como muchos chilenos, y el regalón de Pinochet; Longueira, luego de distiantas situaciones dentro de la derecha, este renuncia y se proclama a Matthei, la hija de un general de la Fuerza Aérea.

El destino hace sus jugarretas, Michelle Bachelet también es hija de un general de la misma fuerza militar chilena. Su padre fue colaborador del presidente Allende en la distribución de mercaderías alimenticias que escaseaban producto del sabotaje de la derecha. Y en el otro lado, el padre que fue integrante de la Junta de gobierno que derrocó a Allende. 
    
Mientras tanto, Marcel Claude, el hijo del medio de esta intrincada historia de Chile, sigue transitando en busca de adherentes y denunciando todo lo que huela a trampa económica e injusticia que viven los chilenos. Se siente llamado a ser presidente de esta nación. Es su cruzada, la presencia divina de la que hoy se siente lejano, la hace sentir en la feria del Belloto. Él insiste, mientras tanto pide que lo dejen terminar, pues sus adherentes sí creen en milagros.

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