viernes, 22 de junio de 2007


Ella no está apurada. Sabe para donde va, pero no está apurada. Hoy es domingo y son las 12 en punto.










De aquí a la eternidad.








Se lo tomaron los peruanos. De Chimbote a Matucana.








Un rezo a la orilla de la cuneta y te salvarás.








Apuraditos, antes que siga lloviendo.








Por la puerta de acceso se llega al paraíso de tu habitación.








Ni para allá ni para acá. Un lugar para estar.









A un paso de la calle. Sólo falta la compradora.








La chala café, la roja o la de color turqueza. ¿Dónde está?









Para el casorio, el bautizo, la primera comunión o para la pinta del fin de semana.








Catres de bronce para los recién casados.








Se tomaron la calle. La feria del miércoles comienza a instalarse.









La feria libre de la calle Maipú se instala.

¿Cómo está caserita?









El barrio San Pablo: LOS FANTASMAS MERODEAN A SUS ANCHAS


Es privilegio vivir entre Libertad y Esperanza. Y en verdad una bendición de Dios poder ingresar por Libertad y salir por Esperanza. Y matizar: ingresar por Esperanza y salir por Libertad. Claro que se echa de menos la sonoridad del nombre de la calle cuando se llamaba Santa María de la Esperanza.

Al cruzar la calle Martínez de Rozas hacia el norte, se llega a San Pablo. Se dobla a la izquierda para enfilarse hacia el poniente. Las calles Maipú, Herrera y Chacabuco anteceden la llegada a San Pablo con Matucana donde toman los huasos en damajuana o bien los guapos y si uno lo quiere también los niños en damajuana. Las chicherías que rodeaban la panadería San Camilo vendían su brebaje con una probada al succionar una manguera para paladear de lo dulce o fuerte del líquido saludable. Característica forma para asegurarse de las gracias del contenido de las damajuanas de vidrio.

Y claro el sector de San Pablo es todavía una calle comercial que a comienzos del siglo 20 abastecía a los visitantes de Batuco, Quilicura, Curacaví, Noviciado, Renca, Barrancas, Quinta Normal y al resto de los localidades del sector norponiente de la ciudad de Santiago.

Zapatos de cabritilla y las negras mantas de Castilla

Los almacenes “El Imán” abastecían a los recién casados con colchones de algodón y catres de bronce; y a las familias con el comedor, los muebles de cocina y de un cuanto hay para el hogar. “La Madrileña”, en Maipú con San Pablo, era el lugar preferido para la emperifollada, desde los zapatos de cabritilla, pasando por los calcetines de lana e hilo, las alpargatas, las camisas de franela y de vestir, el terno plomo gris perla o azul marino para el casorio, la celebración del bautismo, la primera comunión para el iniciado en los caminos de Dios. Hoy, un maniquí exhibe con su cabeza rota la nunca bien ponderada manta negra de Castilla. “La Madrileña” está ahí con su presencia fantasmal en la misma esquina. El mostrador de madera, el piso de tablas machimbradas trapeadas con parafina con agua. Las cajitas de cartón en los escaparates se alinean como nichos de párvulos del cementerio General.

El dueño, es la tercera generación, habla pero no se ríe; sólo recuerda.

Los restaurantes y los cines de barrio

Y el restaurante en Chacabuco “Los Deportistas” con su especialidad el conejo escabechado; “Los Buenos Muchachos” en Ricardo Cummings con el chancho a la chilena; las canchas de rayuela en San Pablo con Baquedano. El cine O´higgins, también en San Pablo con Ricardo Cummings, el más popular, nos deleitaba con 5 películas los días lunes populares. Al frente el club de tango Aníbal Troilo. En Maipú con la columna vertebral: El cine Colón con platea, paraíso y galería, el más monumental y por la misma arteria, pasadito de Chacabuco: el Minerva, sólo con platea, el más elegante; daba una película.

Hay olor a bálsamo y lociones por doquier

Aún están, el O´higgins cobijando murciélagos y el Minerva a medio morir saltando transformado en negocio de champúes y bálsamos. El Colón, ya derribado como un mastodonte, parece que lo quisieron perpetuar al construirle un conjunto habitacional con las mismas características de coloso en su lugar. Los locales comerciales de San Pablo han cambiado de rubro: champúes, bálsamos, jabones y lociones atiborran sus vitrinas. Y los clientes de ayer se vuelven a repetir; ahora arrastran sus carritos con esos artículos y se suben por las puertas traseras de las micros para ir a vocearlas en ferias libres o en las puerta a puerta de los barrios nuevos.

Sin embargo todavía hay para recordar.